COCINA
La cocina moderna dista mucho de aquellas que conocimos de nuestras mamás o abuelas que eran lugares sombríos y sucios, meramente funcionales, el lugar al que estaba confinado el servicio. Las dueñas de casa, escasamente entraban en ella y lo hacían sólo por razones de supervigilancia.

Hoy eso ya no es así, la cocina es un lugar más de la casa, un lugar importante y de mucho uso diario, punto de encuentro para los niños, el lugar que más usan las nanas cada vez más integradas, y donde muy a menudo hacemos ahí el rito de la comida en familia.



La cocina de hoy es tecnológica, muy higiénica, y debe estar siempre, como decían las abuelas, limpia como una patena. Grandes superficies, lisas se combinan con volúmenes armónicamente dispuestos y deben hacer de este lugar principal uno al que los nuestra prole se sienta fácilmente convocada.

Los niños suelen hacer ahí, a veces con los padres o no, sus desayunos, almuerzos y tés; es, por lo tanto, un lugar de reunión principalísima, y así debemos quererlo y cuidarlo. Toda inversión destinada a remodelar, renovar, modernizar la cocina es siempre bienvenida.
Es imprescindible dotar nuestra cocina de innumerables puntos de color para otorgarle dinamismo y vida. El gran mesón está rodeado de unos modernos taburetes negros y tapizados en seda del mismo color.

La cocina nos limita por la naturaleza de su trajín, con el tipo de materialidades que usaremos. La nuestra está dominada por un mesón de mármol de quarzo Silestone amarillo vivo que da de inmediato alegría al lugar. Dada sus proporciones, todo el resto de los colores están supeditados a él. Es interesante, variar los colores del tradicional mármol gris o blanco. Ese amarillo nos autoriza a usar una amplia gama de otros colores igualmente vivaces.

En el comedor de diario, en tanto, predomina una gran lámpara cóncava también en negro con un interior amarillo, en sintonía, con lo que antes he mencionado. La mesa rectangular es también lacada, pero en blanco para resaltar el rojo de las sillas de bambú con lo cual hemos configurado una paleta muy amplia y viva de colores primarios. Y frente a ella, una simple banca de madera rústica.
En los muros, podemos combinar aquello meramente artístico y decorativo con objetos que nos son más cercanos y sugerentes como, por ejemplo, fotos de la familia e hijos, reforzando la vocación de la cocina como un lugar de encuentro familiar. En nuestro caso, hemos uniformado las fotos blanco y negro con marco y paspartú blancos.

Pintas de colores, jarrones y potes dispuestos sobre los muebles de cocina, superficie ésta que suele ser muy olvidada. Aprovechémosla, lo mismo que el color de los utensilios, no debe sernos indiferentes; pueden ser también, notas de color armónicas, como en este caso los pimenteros y las batidoras.

Para dar un toque acogedor, hemos dispuesto en el suelo de cerámica un cuero de vaca de grandes proporciones a prueba del más exigente trajín de niños y adolescentes. Puede resultar un toque muy original, el disponer en la cocina de un sillón, como en este caso uno de tela cruda, para el uso de algún adulto necesitado de reposo, como un punto más confortable, dentro de las rigideces a las que obliga la cocina.
